La oferta de sellos argentinos que participarán de la 8° Feria de Editores (FED) mantendrá su diversidad a partir de un panorama heterogéneo descentralizado, con propuestas que van desde la editorial santafesina El Salmón a la platense Pixel, pasando por Tanta ceniza, de Neuquén, y la marplatense Letrasudaca a la mercedina De acá.
La FED se consolida como un lugar donde la bibliodiversidad y el contacto directo con quienes piensan y hacen los libros, supera las crisis y lógicas de mercado.
Motivos y fines de sellos como Econautas divergen en su origen y proyección pero tienen en común «la apropiación de un sector editorial» a partir de «lógicas de acción y asociación propias», vinculadas a lo «colectivo, horizontal y cooperativo» y propuestas que escapan a la tiranía homogeneizadora del mercado, dice a Télam Paulina Aliaga, desde el patagónico Espacio Hudson.
Con 10 años recién cumplidos, la editorial cordobesa Caballo Negro forma parte de la constelación que se hace posible en esta feria, dando cuenta de una federalidad poco presente en las ofertas mainstream y posibilitando el acceso a títulos de otra forma inhallables.
Surgida de un proyecto pequeño e informal de Alejo Carbonell, Caballo Negro contó con amigos entrañables que además fueron socios adecuados para un catálogo que desarrolla varias líneas, incluso dentro de cada colección: «A veces publicamos por pura intuición y el libro queda solo hasta que aparece otro que dialoga con él y lo reverdece», dice sobre el sello que lleva publicados 50 títulos, «15 de los cuales han superado con creces la primera edición».
«Evita fuera del balcón», de Paco Jamandreu, y «Pescar por fin tu corazón inquieto», que reúne la poesía de Emma Barrandeguy, son algunos de los que se presentarán en la FED, donde decir independiente «es más un gesto de pereza que una definición», advierte Carbonell: «Somos editoriales pequeñas, nada más».
Aliaga habla de «una marca de independencia» que «en su origen fue una suerte de eufemismo para ‘outsiders’ de un sector concentrado», una marca vinculada a la idea de «avanzar hacia otras maneras de hacer». Editar desde ese lugar, dice, «es contribuir a una heterogeneidad que complejiza la mirada, incorporando los clivajes y debates actuales de la sociedad, lo que hace efervescencia».
«La hipercentralización de la oferta esteriliza contenidos y deja fuera grandes grupos de ‘lectorxs’ -insiste Aliaga-. El hallazgo de joyas o sorpresas es un componente activo que comparten ‘editorxs’ y ‘lectorxs’ de la FED. Un valor incalculable, por su timing para leer una coyuntura y a la vez darle cauce».
Nacido con el deseo de difundir la literatura patagónica y conectar regiones periféricas entre sí y con núcleos urbanos que concentran la producción, Espacio Hudson lleva 100 títulos publicados, entre ellos «Reuëmn», que en mapudungun significa ‘agitar las olas’, una antología de mujeres poetas mapuches selk’nam y yámanas que estará en la FED.
Que «en un escenario complicadísimo» la FED demarque un crecimiento exponencial (7.000 visitantes en 2017 y 11.000 en 2018) responde a lo que habilita: «Circulación de libros, de relaciones personales y puesta en común y actualización de actividades que por definición son solitarias», apunta Eric Schierloh desde Barba de abejas.