Cristina Rafanelli presentó su novela septiembre 19, 2018 – Publicado en: Relatos
Lleva como título “Malén Cuyén” y es publicación de la editorial “Espacio Hudson”. A través de cuatro generaciones de mujeres mapuches, la autora recorre desde la ficción buena parte de la historia regional.
A la hora en que se arma una interminable fila de automóviles para retornar al centro desde Catedral, la temperatura en Villa Los Coihues puede estar 6 grados por debajo en relación al Bariloche del cemento. Pero en el interior de la Biblioteca Popular Carilafquen, la calidez está asegurada. Ese fue el escenario que eligió Cristina Rafanelli para iniciar en esta ciudad la presentación de “Malén Cuyén”, la novela que acaba de publicar la editorial “Espacio Hudson”.
Emprendimiento que timonea contra viento y marea el poeta Cristian Aliaga, el sello es, sobre todo, de alcance chubutense. De ahí que primero se supiera de “Malén Cuyén” en la reciente Feria del Libro de Comodoro Rivadavia.
“Me fue muy bien”, le dijo la autora a El Cordillerano. Pero ahora toca “mover” el libro donde se escribió. La periodista, escritora y profesora de inglés, reside en Bariloche desde 1985.
Luego de la introducción de las anfitrionas, Rafanelli compartió que su flamante debut en la ficción obedece a “un proceso de años”. Curiosamente, trajo a colación a Stephen King, quien habría creado a uno de sus personajes más celebrados y terroríficos, después de dejarse sobresaltar por los movimientos de un animal al transitar por un puente solitario. En el caso de la ex redactora de Expreso Imaginario, su novela surgió en forma “paralela a la investigación sobre Aimé Paine”.
Quizá haga falta recordar que siete años atrás, la ahora también novelista publicó una biografía sobre la cantante mapuche. Para ese cometido, se valió de herramientas del periodismo, estuvo en Ingeniero Huergo y conoció a familiares de la artista. “Sufrió el abandono de su madre y fue sacada de su cultura, fue criada en un ambiente de monjas. Ella no quería hablar de su madre, estaba muerta para ella”, compartió la escritora.
Confió Rafanelli que para reconstruir aquella trama interrumpida, recurrió a la partida de nacimiento de Olga Elisa Painé (Aimé), donde figuraba que su progenitora fue Gertrudis Reguera. Después, recurrió a un elemento que hoy cayó en desuso: la guía telefónica. Así hasta dar con la primera persona que pudo reconstruir el árbol genealógico de la malograda cantante. Casualmente, hoy se produce un aniversario de su temprano fallecimiento: 10 de septiembre de 1987.
Enamorarse de una india
“Toda mi familia le dejó de hablar porque se enamoró de una india”, le dijo aquel familiar a Rafanelli, en referencia a unos de los abuelos de Painé. “Fíjense cuánto racismo, del que todavía hoy hay coletazos”, interpretó la autora. Situaciones que tuvieron lugar en las décadas del 40 y del 50, en ocasiones todavía gozan de actualidad, señaló. Al tomar nota de ese contexto, “la novela desenmascara el racismo en general, la poca aceptación de la interculturalidad. Separaciones que generaron tanto dolor”, completó.
A partir de la sucesión de negaciones que encontró en la vida de “la voz del pueblo mapuche”, la autora situó la acción “en el Londres del siglo XIX” para después arribar a la Patagonia. Su hilo narrativo se instala en las tensiones que provocó la llegada del ganado ovino a la región, en desmedro de especies autóctonas, como el guanaco. “También muestra el genocidio que sufrieron los mapuches y tehuelches”.
Pero la historia que se cuenta en la novela es la de “Malén Cuyén Loncomán y el amor de su vida”. La protagonista es contemporánea a la Conquista del Desierto y la Pacificación de la Araucanía, sucesos que terminan por conspirar contra su relación con Awkan. Cautiva, la joven debe cambiar su nombre como consecuencia de la sujeción y desde entonces, será para los militares argentinos María Loncomán, “por la madre del Dios cristiano, pero al menos mantuvo el apellido”, ilustró la escritora, al confiar pasajes de su ficción.
Como hiciera en su charla con este diario al aproximarse la fecha de publicación, destacó que su creación pone de primer plano “el dolor de las mujeres. Mucho se habló de los Remington y las boleadoras, pero no tanto de qué pasó con las mujeres después de la derrota del pueblo mapuche”, ejemplificó. Malén Cuyén será la primera mujer de cuatro generaciones, la única que vivió en libertad y llegó a ser machi. Solo ella y la cuarta –la que cuenta la historia- pudieron llevar su nombre verdadero. “Las mujeres mapuches son sabias y hermosas. En el pueblo mapuche hay mucho respeto por las abuelas, a ningún nieto se le ocurriría llevarlas al geriátrico. Se valora la sabiduría oral”, resaltó la novelista.
Recién a partir de los 80 volvieron a recuperar los mapuches la libertad de llamarse como quisieran. Las sucesoras de la primera Malén Cuyén estuvieron “en las estancias del sur, convivieron con los cazadores de indios… Marcos Peña (por el jefe de Gabinete) es Braun Menéndez. Puede leerse lo que hicieron sus antepasados en el libro de (José María) Borrero (La Patagonia trágica). Después, (la acción) continúa en Río Colorado, en el almacén de ramos generales. Atraviesa cómo se vivió el nazismo y la Segunda Guerra Mundial”.
Los acontecimientos de la novela también se estiran durante el período de la última dictadura. “El miedo y el terror no fue solo para los que estaban involucrados en la política. Aparece (en la trama) un exilio casual y también tremendo”. Hasta que la Malén Cuyén que en la ficción, escribe la historia de sus predecesoras, experimenta la necesidad de “la identificación cultural, yendo para atrás en su familia, en la que hay mapuches, polacos…
Diversidad y choques culturales”, avisó Rafanelli. Como autora, eligió contar una historia que en realidad, es la de miles. De decenas de miles.
De la buena memoria
A la hora de sumarle música a sus presentaciones literarias, Cristina Rafanelli corre con ventaja: es la madre de Santiago (violonchelo) y Nehuén Rapoport (guitarra y voz), hijos también del inolvidable Diego. Entonces, al finalizar las palabras durante el cálido encuentro del viernes último en la Biblioteca Popular Carilafquen, era de rigor el aporte musical de los muchachos. El segundo comparte formaciones con Victoria de la Puente, quien sumó su voz.
“El vino entibia sueños al jadear / desde su boca de verdeado dulzor / y entre los libros de la buena memoria / se queda oyendo como un ciego frente al mar”, cantó la joven. Son estrofas de “Los libros de la buena memoria”, canción que inmortalizó Luis Alberto Spinetta en los tiempos de Invisible. Para su “Malén Cuyén” pidió la escritora: “ojalá que sirva de luz ante tanto oscurantismo cultural”. Que así sea.
Fuente: El Cordillerano