Rigurosa y bella exploración de una forma septiembre 15, 2021 – Publicado en: Uncategorized
Con este libro Rodríguez Núñez no se conformó con replicar aquella métrica dominada (y heredada de Matsuo Basho), sino que fue un poco más allá, presentando en cada página series de tres haikus, suerte de tríadas, que de alguna forma se desprenden o guardan cierta correlación entre sí. Dialogan en el sentido más amplio del término. Los ecos conceptuales son sus sutiles nexos, que, a su vez, adquieren también relieves melódicos. Con esa inserción, lo que hace es prolongar los instantes de auténtica presencia epifánica, retrazando su fugacidad por una fracción de segundo más. El efecto de retardo es sublime. “afuera tú / en el medio el amor / y nadie dentro // cimbra la hamaca / se gana el sueño húmedo / a mano limpia // nada perdí / el amor lo hacen otros / soy un deseo”. Las repeticiones semejan la excitante sensación del demorado placer. Se logra enfocar con mayor profundidad, ahondando (y asimilando) las capas de sentido.
RN pone en acción una poesía sobria y elegante en su complejidad: “el tocororo / ante la flor de yeso / corrige a dios // yo volaría / a caballo del diablo / pero estoy muerto // bayoya hereje / que retorna a la cueva / de las efigies”. Con un vocabulario selectivo (rara vez hermético) el poeta teje una red de significados que vindican libertad y la espontaneidad vital ante la acostumbrada rigidez exigida por las formas. Así, resulta fresca al construir imágenes evanescentes que muestra pero no juzga. El arte del artificio alcanza instantes abstractos de belleza etérea: “fuego en voz alta / un ramo de llantén / es mi trinchera”. Amor y muerte, a menudo, están presentes en sensual equilibrio: “desde mi tumba / aún te puedo oler / flor de rededa”; o aún más elípticamente: “como rumor /encajado en los huesos / vuelve tu ausencia”. Envolventes versos personales. El ritmo no como subcategoría de la forma, sino como organización del sentido en el discurso. Un ritmo casi inaudible, hecho de cambiantes matices, que apunta siempre a la mítica armonía.
Poco nos importa saber quién es Masao Vicente. Si se trata del alter ego del poeta, o es un personaje de ficción. Lo que en verdad incumbe es aquello que él nos revela. El milagro de sus lunas, sus luminosas apariciones, sus dichosas metáforas, sus imágenes perdurables: “y mi fe sangra / como una adolescente / con esta luna”, “ la luna rueda / cuando se descarrila / nuestro destino”; etc. La sabiduría que implica el viaje hacia el interior y exterior del poeta (la huella del dificil estar en el mundo). Sigilosa inteligencia y emoción contenidas. Quien lea este libro jamás volverá a contemplar la luna con los mismos ojos.
Víctor Rodríguez Núñez (Cuba, 1955), es poeta, periodista, crítico, traductor y catedrático. Ha publicado dieciséis libros de poesía, casi todos premiados y reeditados. Los más recientes son despegue (Premio Loewe, Visor, 2016), el cuaderno de la rata almizclera (Buenos Aires Poetry, 2017) y enseguida [o la gota de sangre en el nivel] (RIL-Aerea, 2018). Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Texas en Austin, es catedrático de esa especialidad en Kenyon Collage, Estados Unidos.
Fuente: La Capital